Los niños y la Educación Vial

La característica evolutiva de los niños es un condicionante significativo para el desempeño
seguro de los mismos en la vía pública. Esto resulta de las limitaciones psicofísicas propias del estadio evolutivo en el que éstos se encuentran y que representan una mayor exposición al riesgo en el tránsito.
Entre los aspectos que hacen de este grupo social, junto con los ancianos y discapacitados,
los más vulnerables desde el punto de vista de la seguridad vial, vamos a señalar, los que a nuestro criterio tienen una mayor incidencia en el tránsito del niño.
1. Comenzamos por considerar al campo de visión, cuya amplitud hasta los 10 años
aproximadamente, es de 110º (para luego incrementarse y llegar a 180º que es la extensión
de un adulto). Lo que denota esta situación, es que el niño necesitará girar la
cabeza para detectar movimientos laterales -que estarían fuera de los 110º- aumentando
el tiempo de reacción para ubicar los objetos que se localizan en esa zona periférica. También
tendrá dificultades para usar la información proveniente de los laterales debido a que la misma si bien puede ser percibida, no lo es de forma precisa porque estaría fuera de la visión directa del niño, que aunque se encuentra dentro de su campo visual aparece de forma difusa.
Tomemos como ejemplo un peatón adulto que realizará un cruce de calzada. Este podrá notar que hay un objeto en movimiento en la periferia de su campo de visión, quizás no pueda distinguir de qué tipo de vehículo se trata, pero sí percibirá que allí hay un vehículo que está en movimiento. La amplitud de su campo de visión le permitirá tener más tiempo para realizar alguna acción, como cruzar más rápidamente la calle o decidir no hacerlo. El niño, al no tener dicha extensión en su campo, no percibirá al vehículo hasta que esté próximo a él, situación que implicará un tiempo menor para tomar una decisión sobre la acción a desarrollar.
2. Otro condicionante que podemos mencionar, se refiere a la estatura de los niños. Esta característica hace que muchos elementos que se encuentran en la calle, no puedan ser considerados por ellos debido a que en general, están al alcance de la percepción de los usuarios adultos. Por esta razón, podríamos decir que recién en la adolescencia tendrán la oportunidad de obtener la información que cuando son más pequeños no pueden adquirir.
Con respecto a esta situación, un ejemplo que podemos presentar se relaciona con la cantidad de elementos existentes en la vía pública que ocultan a estos niños y dificultan la posibilidad de ser vistos por otros usuarios y que ellos observen convenientemente el desarrollo del tránsito. En este sentido, podemos hacer referencia a carteles publicitarios ubicados en la vereda o arbustos que obstruyen la visión y los ocultan, el cruce entre dos autos estacionados que imposibilitan que
los conductores de vehículos que están transitando puedan verlos, dificultando alguna acción que el conductor pueda realizar a tiempo en caso de ser necesario.
3. También, el desempeño del niño está condicionado por la amplitud del campo de audición. A diferencia de los adultos que localizan el sonido en un ángulo de 120º, para los niños el ángulo se cierra a los 30º5. La dificultad estriba en la imposibilidad de poder estimar adecuadamente la procedencia de los sonidos de los vehículos que están transitando. Asimismo, con respecto a la audición en 9 niños menores de 6 años se observan problemas en cuanto a la localización de la dirección de los sonidos si provienen de la derecha o izquierda. Necesitan la confirmación visual
para sus reconocimientos auditivos, lo que origina una mayor lentitud en las respuestas
debido a que el niño necesitará más tiempo para sincronizar la decisión coordinada con
la acción.
4. Otro aspecto a tener en cuenta es que el niño hasta los 8 años aproximadamente, no tiene la capacidad de prestar atención simultáneamente a varios factores de orden sonoro y visual6. En el caso puntual del tránsito, podemos dar el siguiente ejemplo: el niño que se desplace por la vía pública como peatón, podrá ver los autos que transitan por la calle que pretende cruzar, también
la luz del semáforo que le permite o prohíbe el cruce, pero no tendrá totalmente en cuenta a los demás peatones, los vehículos que se desplacen por la calle perpendicular, y quizás se le dificulte más distinguir el sonido que pueda identificar el tránsito de diferentes vehículos como: motos, autos, camionetas, ciclomotores, etc. Todo esto, no ocurre con los niños que son mayores, debido
a que tienen la capacidad de observar varios factores a la vez y seleccionar a cuál de ellos
les darán mayor atención de acuerdo a cómo se presente la situación del tránsito. Asimismo,
se debe considerar que la atención de los niños más pequeños se dirige a aspectos que les atraen y que generalmente no se vinculan al tránsito –seguramente un niño en las edades en las que asiste al Nivel Inicial, prestará más atención a otros chicos jugando, espacios con juegos, cartelería con diversos colores, etc. que a otros peatones que caminen cercanos a él, un vehículo que se acerca a un cruce, etc.-. Esta situación empeora, por el corto tiempo de concentración que poseen con respecto a los hechos que se les presentan, aún en aquellos que pueden ser de su
interés. Recién, a partir de los 11 o 12 años, serán capaces de concentrar su atención en
diferentes tareas, como puede ser una tarea motora (cruzar la calle caminando) y otra
tarea visual (observar convenientemente la situación de los vehículos que circulan), advirtiendo
los riesgos que se pueden presentar en la vía pública.
5. Cuanto menor es la edad, mayoresmson las dificultades en la correcta consideración
de las distancias (sobre todo si éstas son amplias) y la estimación de la velocidad de los vehículos, lo que produce una incapacidad en apreciar el tiempo disponible y necesario para cruzar una calle. Los niños más pequeños tienden además a clasificar erróneamente las velocidades
que pueden desarrollar cada uno de los vehículos, ya que relacionan muchas veces el
tamaño de los mismos con la velocidad que pueden alcanzar, cuestión que ya un preadolescente estaría en condiciones de discernir debido a que conoce que, no siempre el desarrollo de mayores o menores velocidades depende de la dimensión de los vehículos que transitan. Indudablemente, los conceptos de distancia y velocidad van a incidir en la estimación que el niño necesitará hacer, para calcular el tiempo de cruce de la calle y/o lo que tardará un vehículo en llegar hasta su posición. Produciéndose de esta manera un aumento importante en su exposición al riesgo
ante eventuales accidentes viales.
6. Otra de las limitaciones que se presentan en los niños es la cantidad significativa de tiempo que precisan para dilucidar la información circundante. Si bien pueden procesar la información existente, esta operación les llevará más tiempo que a un adulto o a un adolescente, con lo cual la situación vial puede haber variado antes de que el niño tome una decisión sobre la acción a realizar (por ejemplo el cruce de la calle en una esquina semaforizada). Asimismo, hay dificultades en lo concerniente a la anticipación o previsión –y la deficiente comprensión de las relaciones causales- de su propia acción y de otros usuarios. Esto se debe a que aún no pueden hacer las consideraciones básicas que realiza un adulto, como coordinar velocidad, distancia
y tiempo. Por esta razón, el niño no podrá decidir de forma precisa y con rapidez, cuál
será la acción a llevar a cabo inmediatamente, de acuerdo a las situaciones de tránsito
que se presenten.

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