UN FALLO EJEMPLIFICADOR

Primer procesado por las picadas

El 28 de octubre del año pasado dos automovilistas se pusieron a correr picadas en la intersección de la ruta provincial 14, cerca de la nacional 35, en el llamado cruce de Riglos. No era la única vez que ello ocurría allí. De hecho, decenas de personas estuvieron en las banquinas presenciado el espectáculo ilegal.
La diferencia con otras ocasiones fue que alguien le avisó a la policía –en realidad conocía lo que ocurría en el lugar porque hasta había trascendido públicamente– y un patrullero apareció de sorpresa. Hubo un desbande, a tal punto que uno de los “picadores” nunca fue hallado y el otro fue aprehendido en su domicilio después de una persecución de más de dos horas.
Este último se llama Eduardo Sebastián Tavares, tiene 24 años y manejaba un Ford Falcon supuestamente preparado especialmente para esa clase de competencia. Hoy es el primer procesado en los tribunales santarroseños por el artículo 193 bis, que fue incorporado recientemente, en 2008, al Código Penal.
El texto prevé una condena de prisión de seis meses a tres años, e inhabilitación especial para conducir por el doble del tiempo de la condena, para el conductor que “creare una situación de peligro para la vida o la integridad física de las personas, mediante la participación en una prueba de velocidad o de destreza con un vehículo automotor, realizada sin la debida autorización de la autoridad competente”. Y agrega que la misma pena se aplicará a quien organizare o promocione la conducta prevista en el artículo, y a quien posibilite su realización por un tercero mediante la entrega de un vehículo de su propiedad o confiado a su custodia, sabiendo que será utilizado para ese fin.
La novedad que incorporó el artículo 193 bis es que no se requiere lesionar o matar a nadie para ser condenado, sino que basta provocar una situación de peligro. En este caso, la justicia consideró que existió riesgo para otros automovilistas que conducían por la ruta provincial 14 –porque además en la “picada” se utilizaron sus dos carriles– y para los espectadores. Por eso técnicamente se lo califica como “delito de peligro”.
Los fundamentos de la jueza Florencia Maza para procesar a Tavares fueron que creó esa situación de peligro a partir de su “conducta irresponsable”, y que en medio de “una competencia de velocidad” puso en riesgo a gran cantidad de personas. Además, a modo de agravantes, mencionó la falta de luz por ser de noche, el hecho de estar alejados de un casco urbano y haber puesto “claramente en peligro a los que no participaban” de la competencia.
Tavares, que es defendido por el abogado Raúl Taverna, seguramente apelará la resolución dictada la semana pasada, lo que llevará a que el Tribunal de Impugnación –paso previo al Superior Tribunal de Justicia– tenga que fijar posición sobre el nuevo articulado, lo que generará jurisprudencia en el plano provincial.
Las picadas ilegales son una práctica que ha crecido en los últimos años, no sólo en Santa Rosa sino también en varias localidades del interior. A tal punto que en noviembre pasado pudo leerse en dos páginas web la promoción de esos encuentros sobre la propia ruta 14. Incluso sus participantes se ufanaban de la forma en que escapaban de los controles policiales y hasta intercambian fotos y videos de las carreras.
Pero esa actividad no sólo se circunscribe a esa ruta provincial. LA ARENA supo fotografiar picadas de motociclistas en plena ciudad, especialmente a metros de las rotondas Sur y del Avión sobre la ruta nacional 35.
La última víctima de una picada, de acuerdo a la policía, fue en septiembre del año pasado, en la esquina de Neveu y Garay Vivas, cuando un motociclista de 21 años falleció al chocar contra una camioneta.
A partir del auge de esta “movida” clandestina fue que surgieron voces para organizar carreras de manera oficial en el autódromo santarroseño, aunque aún no las hubo. Sí, en cambio, hay un campeonato nocturno en el autódromo regional de General Pico.

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